Lía Ballesteros Tauroni:
Bogotá, 15 de octubre de 2012
Solidaridad con los presos españoles en el extranjero.
El colectivo de españoles, que por un motivo u otro nos encontramos privados de la libertad en cárceles colombianas; conscientes de que hemos cometido un delito al que tenemos que afrontar con sus consecuencias como dicta la ley, no solo estamos sometidos a la privación de la libertad, sino que también estamos privados de la dignidad como seres humanos, por el mero hecho de ser extranjeros. Nos encontramos en una prisión en la cual existe una alimentación pésima, referente a la cantidad, calidad y la falta de variedad nutricional.
Del mismo modo la atención sanitaria es desalentadora, donde no existe medicación adecuada para los enfermos, el personal sanitario no está cualificado y tenemos nuestras dudas que sean titulados.
El aforo interno del establecimiento carcelario es de 2700 reclusos y actualmente superamos los 7500, añadiendo esta dificultad al poco personal médico y sanitario, que no supera entre médicos y ats con 12 integrantes.
En muchas ocasiones no tenemos el privilegio de disponer de una tarjeta telefónica y mucho menos de un servicio postal internacional que se nos preste en el establecimiento penitenciario, permaneciendo de este modo incomunicados con nuestros seres queridos. Según los derechos internacionales de las personas privadas de su libertad, adoptada por la asamblea general de la ONU en su resolución 43/173 del 9 de diciembre de 1988 y actualizada en el 2003, dice: “Principio 19: Toda persona detenida o presa tendrá el derecho de ser visitada en partículas por sus familiares y de tener correspondencia con ellos”; y para ellos el principio 20 dice: “Si lo solicita la persona detenida, será mantenida en lo posible, en un lugar de detención o prisión situado a una distancia razonable de su lugar de residencia habitual”.
El derecho de repatriación se trata como un procedimiento administrativo y bastante lento para nuestros intereses y de este modo justificar las mínimas repatriaciones.
Al igual que tampoco se nos facilita ningún tipo de útiles de aseo personal (ni por parte del INPEC ni de nuestro consulado) necesarios para una higiene digna como seres humanos. Tampoco somos provistos ni de colchonetas ni mantas teniendo que dormir en el suelo o planchas de hormigón directamente. Porque según el tratado de las naciones unidas sobre las reglas mínimas del tratamientos de los reclusos celebrado en Ginebra en sus resoluciones de la 663 c (XXIV) del 31 de julio de 1957 y en el 2076(LXII) del 13 de mayo de 1977, actualizado en el 2003, en su punto 16, dice: “Se facilitará a los reclusos el medio para el cuidado del cabello y de la barba, a fin de que se presenten en un modo correcto y respetuoso de si mismos”. Y en su punto 19 cita: “Cada recluso dispondrá de una cama individual suficiente a fin de asegurar su limpieza”.
Además de incumplir las obligaciones contempladas por la resolución 43/173 referida, nos vemos extorsionados por los funcionarios de las prisiones cada día; para todo hay que pagarles. Por ejemplo valga lo siguiente:
1. La cama donde dormimos cuesta entre 100000 a 150000 pesos mensuales, dependiendo del pasillo donde se asigne.
2. Salir a las zonas que se nos adjudican para desarrollar estudio o trabajo cuesta entre 3000 y 5000 pesos.
3. Para ser activado en los puestos de trabajo para reducción de pena y que son remunerados, cuesta entre 400.000 y 1`500.000.
4. Los artículos dispensados en la tienda o expendio son restringidos, vendiéndolos por mediación de terceros por los patios al doble o el triple de su valor. Ejemplo: Un paquete de cigarrillos, en la tienda tiene una valor de 2265 y en el patio su valor oscila entre los 5.000 y 10.000. Una bombilla necesaria para las celdas, lavabos, etc… Su valor en la tienda es de $800 y en el patio $5.000.
5. La institución penitenciaria prácticamente nos realiza ninguna acción de mantenimiento en zonas como celdas, pasillos, patios, etc…Siendo a cargo y pago de los reclusos el mantenimiento de las mismas.
6. De esta manera podríamos eternizarnos con la relación de irregularidades que vivimos día a día, además de la inseguridad física a la que estamos sometidos (robos, puñaladas) en los espacio comunes con otros patios (pasillos centrales, sanidad), zona de visitas de abogados y cualquier otra dependencia a la que tengamos que acudir.
Por todo ellos parece ser que en lugar de estar en un centro penitenciario, que su función tendría que servir para nuestra reinserción a la sociedad, nos encontramos en un centro en el que predomina la extorsión y la corrupción por la mayoría de funcionarios que nos custodian amparándose en la ley del más fuerte. La educación dista por su ausencia y en lugar de personas nos tratan como animales a domesticar. Todo esto se agrava cuando algunos reclusos con privilegios especiales colaboran con la labor delictiva de los funcionarios.
Lo anteriormente expuesto y otras cosas que se quedan en el tintero, pedimos la solidaridad y comprensión de los usuarios de la red; para que pongan en conocimiento de los estamentos oficiales y medios de comunicación con e fin de que estas irregularidades sean subsanadas.
Así mismo pedimos disculpas a nuestros padres, hermanos, esposas, hijos y demás miembros de la sociedad, por el daño y el sufrimiento causado por nuestra conducta delictiva.
Atentamente se despiden, el colectivo de presos en Colombia, centro penitenciario “La modelo” de Bogotá, Colombia.
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